"...Santificado sea Tu Nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mateo 6:9b-10).
Estas tres peticiones se encuentran justo al inicio de la oración del Señor, apenas después de nombrar a Dios como "Padre nuestro que estás en los cielos". Se sitúan antes de pedir por las necesidades, antes de pedir por fortaleza contra la tentación, incluso antes de pedir perdón. Como si en la mente de nuestro Señor Jesucristo no hubiera petición o deseo más grande que estos tres.
3 peticiones centradas en Dios
Es curioso pensar que la oración que Jesús nos enseñó, no se enfoca en lo que nosotros necesitamos de Dios. No plantea la oración como el instrumento para manejar a Dios a nuestro antojo. Más bien comienza con adoración.
Ya que Jesús les dio tanto énfasis a estas tres peticiones centradas en Dios, yo me pregunto: ¿Qué tan seguido las incluyes si quiera en tus oraciones? Cuando vas a orar, ¿lo haces con el anhelo por ellas o por lo que quieres conseguir de Dios? ¿Realmente entiendes lo que estas peticiones significan? Veámoslas más detenidamente:
Santificado sea Tu Nombre
Una traducción más literal diría algo como "santifica Tu Nombre". Este es un anhelo de aquellos que han visto y probado la grandeza del nombre de Dios, y no soportan ver a la gente corriendo de aquí para allá, ignorando al que los creó con poder. Santifica tu nombre es un fervor por ver el Nombre de Dios enaltecido y exaltado sobre todas las naciones.
Venga tu reino
Aquellos que han sido hechos participantes del reino de Cristo, por medio de Su sangre, ahora ya NO son de este mundo (Filipenses 3:20; Juan 17:14). Tienen otra patria y la desean. Quieren ver a Cristo reinando, primero en Sus corazones, por lo cual odian desear este mundo (1 Juan 2:15-17); y luego en el mundo entero. Un seguidor verdadero tiene una desesperación por ver a Cristo reinando en todo lugar, en todo pueblo, y en toda lengua.
Hágase Tu voluntad
Así mismo, un cristiano buscará, sobre todo, que la voluntad de Dios se haga: en él mismo y también en el mundo. Si te fijas cada petición tiene un doble énfasis (en ti y en el mundo). Tienes que comenzar deseándolo tú para ti y, entonces, querrás compartirlo también con otros.
Una vida centrada en nosotros
El pecado es esencialmente un acto de rebelión contra Dios. Es quererlo quitar de enmedio y ponernos nosotros. Cada vez que pecamos estamos, por así decirlo, levantando el puño contra Dios y diciéndole: Yo haré grande mi nombre, no el tuyo; estableceré mi reino en la tierra, no el tuyo; y haré mi voluntad, no la tuya.
Este es el gran ídolo de tu corazón: tú mismo. Si escarbas un poco en tu conciencia, recordarás que efectivamente gran parte de tus sueños (talvez todos) se enfocan en esas tres cosas para ti mismo.
Si eres incrédulo; es decir, si Jesucristo no te ha salvado de tus pecados, este ídolo del "yo" es una forma de expresar ese pecado por el cual Dios te juzgará. Si eres creyente, deberás estar luchando ahora mismo contra este enemigo acérrimo.
Una oración para soñar en grande
Así que, sé sincero, ¿últimamente has orado o deseado que la fama, el reino y la voluntad de Dios se extiendan en tu vida y en el mundo?, ¿has dedicado tu tiempo y esfuerzo a colaborar para que se cumplan? Si no es así, es probable que estés intentando establecer tu propio reino, engrandecer tu propio nombre y hacer tu propia voluntad. Es quizás hora de reconocerlo y pedir perdón.
Si no lo has hecho, hoy puedes pedir perdón a Dios por todos tus pecados. Pídele a Jesús que te salve de ellos, y te dé vida eterna. Si hoy pones tu confianza en Jesús para que te salve, Él lo hará. Y entonces, comenzarás a sentir un deseo cada vez mayor de que la gloria, el reino y la voluntad de Dios se extiendan.
¿Quieres soñar en grande? Sueña con el reino de Dios. Dedícate a extenderlo en la tierra, predica el evangelio, y dedica tus recursos para ello. Haz grande el nombre de Dios en tu vida. Pídele que esas tres peticiones sean las primeras en tus oraciones. Pídele que te dé sueños en grande. Pídele que Él sea tu sueño.
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