24 de junio de 2023

Publicado en junio 24, 2023 por con 0 comentarios

Por qué predicar sólo expositivamente

 


El pecado gana fuerza en nuestra cultura, la cosmovisión irracional se impone como verdad; la violencia, el engaño y la blasfemia se normalizan. Al pensar en esto, recordamos que necesitamos más predicadores, más púlpitos, más sermones para que la Palabra de Dios fluya y haga su obra. Faltan hombres valientes que se levanten a proclamar la verdad de Cristo. Sin embargo, aunque esto es cierto, estamos ignorando que el mayor problema no es la ausencia de sermones de la Palabra, sino la ausencia de Palabra en los sermones.

Esta desesperación por más predicadores, ha llevado a la iglesia a bajar los estándares y aceptar cualquier clase de predicación como buena. Pero, ¿todos los tipos de predicación son buenos? ¿es un asunto de estilos y preferencias? La respuesta a estas preguntas podría determinar el estado de la iglesia del mañana.


Una Defensa del Método Expositivo

Yo sostengo que aunque hay diversos tipos de sermón, hay solo un tipo de predicación válido: la predicación expositiva. En los siguientes párrafos deseo mostrarte que no es un asunto de preferencias. Para ello, te presento cuatro argumentos lógicos que demuestran que siempre debemos predicar expositivamente.

1) Predicar es proclamar el mensaje del Rey

"Kerusso" es la palabra bíblica griega que designa el verbo "predicar". Se refiere al acto de proclamar como un heraldo el mensaje del rey. ¿Cuántos no recordamos esa imagen en películas medievales? Un heraldo se para en medio del gentío, abre un edicto real y lo lee con voz fuerte a oídos de todos. Los heraldos eran servidores que recorrían el reino proclamando lo que el rey les había mandado que dijeran. Esa es la imagen con que la Biblia representa al predicador. Es más, ese es el carácter que la Biblia da al predicador.

Para ser heraldo se requería, por supuesto, tener un mensaje de parte del Rey; y después, ser fiel al mensaje. No podemos imaginarlo cambiando palabras: omitiendo una aquí, agregando otra allá. Las consecuencias habrían sido terribles... para el reino, ¡y para su propia cabeza! Por ahora debemos entender algo: el predicador, como heraldo, debe ser fiel al mensaje que Dios le da. Ante todo, su principal labor es declarar todo el consejo de Dios (Hechos 20:27). No enseña a su antojo. Cualquiera que sea su audiencia debe poder decir con Pablo "de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias" (1 Corintios 4:17). Un solo mensaje, el mensaje del Rey.

Pero, ¿Cómo obtengo ese mensaje de parte de Dios? ¿Podría orar para recibir en sueños una revelación y así proclamarla a otros? La respuesta es un rotundo no; lo que nos lleva al segundo argumento.

2) El Rey habla solo a través de la Biblia

En la historia, Dios usó a hombres selectos para que escribieran Sus palabras. Esas palabras tienen un carácter sagrado, pues son Palabra de Dios. En el Antiguo Testamento, Dios hablaba por medio de sus profetas. Cuando llegó el tiempo del Nuevo Testamento, Dios habló directamente a través de Su Hijo, Jesucristo (Hebreos 1:2), quien es la Palabra encarnada (Juan 1:1,14). Mientras estaba en la tierra, Él habló todo lo que el Padre quería que dijera. Sus palabras eran las palabras del Padre (Juan 5:24; 7:16). Cuando Jesús resucitó y ascendió al cielo, usó también hombres (apóstoles y profetas del Nuevo Testamento) para que transmitieran su mensaje y lo redactaran .

Desde el apóstol Pablo, ningún cristiano ha recibido enseñanza alguna del Señor fuera de lo que ellos escribieron.

Estos apóstoles y profetas establecieron el fundamento mismo de lo que creemos (Efesios 2:20). Dios los usó especialmente para sentar las bases de la fe y práctica cristianas (Efesios 3:5), pues fueron sus testigos oculares: los que estuvieron con Él y aprendieron directamente de Él. Es decir, que desde el apóstol Pablo, ningún cristiano ha recibido enseñanza alguna del Señor fuera de lo que ellos escribieron.

Todos estos hombres fueron inspirados por Dios para que escribieran la Biblia sin errores; no por voluntad de ellos, sino del Señor (2 Pedro 1:15-16,19-21). De hecho, el ministerio de profecía ha cesado (Romanos 13:8-10), el Texto Sagrado se completó cuando el apóstol Juan escribió el último libro: Apocalipsis. Poco después, por guía de Dios, la iglesia reconoció aquellos libros que eran inspirados, y se formó así el Canon Bíblico. De modo que la única manera de recibir un mensaje de Dios en la actualidad es por medio de Su Palabra escrita. No más revelaciones privadas, no más sueños ni visiones, solo Biblia. Si queremos proclamar como heraldos el mensaje del Rey, debemos apegarnos, sí o sí, a lo que la Escritura dice. 

Te preguntarás qué tiene que ver esto con la predicación expositiva. Estarás pensando que esto es algo que tú ya crees. Entonces, aunque no sepas predicar expositivamente, tienes una buena base y una buena intención y, por tanto, ya estás listo para predicar. Espera un poco y entenderás que a menos que seas expositivo, no puedes predicar en lo absoluto. Si predicar es proclamar el mensaje del Rey, y ese mensaje proviene solo de la Biblia el tercer argumento viene de forma natural.

3) Predicar es exponer la Biblia

Aquí hay una palabra clave: exponer. Cuando predicas de verdad, estás exponiendo. Y es que cuando no expones la idea del texto, impones la tuya; no hay otra opción. Las palabras griegas para esto son exégesis y eiségesis. Exégesis significa extraer del texto lo que realmente está ahí, te guía a exponer. Eiségesis, por su parte, significa poner en el texto algo que no está ahí.

El reconocido predicador Charles Simeon describía su convicción de la siguiente manera:

Mi esfuerzo consiste en sacar de la Escritura lo que está ahí, y no meter lo que pienso que podría estar ahí. Tengo un gran celo en esta cabeza; nunca hablar más o menos de lo que creo que es la mente del Espíritu en el pasaje que estoy exponiendo.

Eso demuestra una mente preocupada por ser fiel a la Palabra de Dios, como un heraldo. Hay que ser sinceros y reconocer que somos propensos a imponer nuestras propias ideas sobre el texto. Mentirías si dijeras que no. De hecho, serías más propenso al negar un defecto que todos compartimos.

De modo que, todos tus esfuerzos deben concentrarse en esto siempre: hacer a un lado tus propias ideas, y entender y exponer la idea del texto; eso es predicación expositiva. Haddon W. Robinson, en su libro "La Predicación Bíblica", lo describe así:


La predicación expositiva es la comunicación de un concepto bíblico, derivado de, y transmitido por medio de, un estudio histórico, gramatical y literario de cierto pasaje en su contexto, que el Espíritu aplica, primero, a la personalidad y la experiencia del predicador; y luego, a través de este, a sus oyentes.


Es un concepto, una idea sola, lo que debes extraer y exponer; la misma idea que contiene el texto (hablaré más de esto en el siguiente artículo). Mark Dever lo simplifica aún más: 

"Predicación expositiva es la predicación en la cual el principal punto del texto bíblico que se considera llega a ser el principal punto del sermón que se predica, y se aplica a la vida actual".

En resumen, debes procurar con todas tus fuerzas, como escribe John MacArthur: "predicar de tal manera que el significado del pasaje bíblico se presente completa y exactamente como Dios quería"Por lo tanto, no puedes predicar bien si no lo haces expositivamente. O predicas expositivo, o impones tus ideas.
 
Ahora bien, existen, en general, tres formatos de sermón: expositivo, temático y narrativo. Los tres son válidos, dependiendo de la forma en que el texto desarrolla la idea. De lo que hablo cuando digo que toda predicación debe ser expositiva, no es del formato, sino de su carácter, naturaleza o esencia. De modo que, los sermones temáticos y narrativos también deben ser de carácter expositivo (para mayor comprensión lee el artículo sobre ese tema).

Te darás cuenta de que predicar así es cosa difícil. Pero vale la pena si al final quieres escuchar esa bella voz que te dice: "bien, buen siervo y fiel..." (Mateo 25:21). Así te comparto el cuarto y último argumento.

4) Exponer es ser fiel a la Biblia

Si la Biblia es inspirada e inerrante (y lo es), demanda que seamos fieles a ella. No podemos lograr eso, si no exponemos su mensaje. Es el mensaje del Rey, no el nuestro. Somos heraldos y nuestra tarea es exponer.

Pablo entendía muy bien este punto. Por eso dice: "Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios" (Hechos 20:24, énfasis añadido). Su meta suprema, más allá de su supervivencia, era ser fiel a proclamar el mensaje. Esa es la meta del predicador. Quiera Dios que podamos decir con el apóstol: "Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios" (Hechos 20:26b-27). Quiera Dios que al final seamos hallados fieles.

Conclusión

Los problemas actuales no se resolverán con más predicadores en los púlpitos, sino con más Biblia en los sermones. La buena predicación siempre debe ser expositiva, porque predicar es proclamar el mensaje del Rey y, dado que el Rey habla solo a través de la Biblia, y que predicar es exponer la Biblia, solo exponiéndola así, puedes aspirar a ser fiel.
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