Nada caracteriza más a un adolescente sin entendimiento que el hábito de hacer comentarios sin sentido que le parecen graciosos. Quizás también lo hicimos a esa edad, y pudo ser gracioso a nuestras mentes precoces; pero si, en efecto, hemos madurado, ahora no podemos sino considerarlo estúpido. Por el contrario Dios es un Dios de propósitos. El no hace ni dice algo que no tenga alguna finalidad. De ello aprendemos que una idea que no es dicha con un propósito no tiene razón de existir.
Pero, en cuanto al propósito de la idea, nos surge una pregunta, ¿qué es? Sencillamente, es lo que quieres lograr con la idea que estás transmitiendo. Es la respuesta a la pregunta: ¿para qué digo lo que estoy diciendo? Un buen consejo es que si no tienes para qué decirlo, mejor no lo digas. Esto es especialmente cierto en el púlpito. Debes querer lograr algo con la idea que compartes: provocar alguna reacción, cultivar la reflexión o producir un cambio en la persona que te escucha.
El propósito y el desarrollo de la idea
Ahora bien, para lograr el propósito de una idea debes saber desarrollarla. Imagina que pasas al púlpito y dices: “Recordar la soberanía de Dios te fortalece en la adversidad”; luego te bajas y regresas a tu banca. En tal caso, no expusiste ninguna idea, ¡solo la recitaste! Pero si buscas que esa idea se grabe en la mente y traspace el corazón del oyente, debes decir unas cuantas palabras más, debes aprender a desarrollarla. Por ello, en este artículo te comparto cuatro pasos para desarrollar una idea que alcance su propósito.
1) Obten la idea
Una antigua receta de un plato de conejo silvestre comienza con el paso: “caza el conejo”. ¿Es obvio no? Este paso es sencillo en cualquier otra materia. Tan solo toma una idea con potencial y comienza a desarrollarla. La cosa se complica cuando tratas con la Biblia porque la idea que vas a desarrollar no es tuya. Así que debes tomar el arduo trabajo previo de entender bien cuál es esa idea y propósito del autor bíblico (el humano y el Divino), luego contextualizarlo para que obtengas el propósito de esa misma idea para la audiencia moderna, y después desarrollarla de tal modo que alcance ese propósito. ¿Suena más complicado verdad?
Bueno, en palabras simples. Primero entiende lo que el autor dijo en su contexto y para qué lo dijo; para que entonces sepas qué decir en tu propio contexto y para qué vas a decirlo.
Si ya tienes el conejo, sigamos con la receta. El segundo paso para desarrollar una idea que alcance su propósito es el siguiente.
2) Define lo que harás con la idea
Desarrollar una idea es simplemente lo que haces con ella para alcanzar su propósito. La pregunta es ¿qué puedo hacer con ella? Existen solo cuatro alternativas: repetirla, explicarla, ilustrarla y aplicarla.
Ahora bien, de las cuatro alternativas solo una no te sirve para desarrollar una idea, que es: repetirla. Sería absurdo que el tema de tu mensaje sea: “La Omnisciencia de Dios y tus dificultades, y luego tus puntos sean 1)La Omnisciencia de Dios abarca tus dificultades, 2) Tus dificultades están dentro de la Omnisciencia de Dios y, 3)Dios conoce también tus dificultades. ¡Estarías diciendo lo mismo! Puedes usar la repetición dentro del mensaje para dar énfasis a alguna idea, o destacar alguna frase importante; pero repetir una idea no es desarrollarla. Eso nos deja con solo tres alternativas para desarrollar la idea: explicarla, ilustrarla o aplicarla. Si logras aprenderlas, tu forma de escuchar o leer cualquier discurso cambiará, pues te darás cuenta que todo lo que cualquier autor hace es desarrollar sus ideas en una de esas tres formas.
Pero, ¿Cuál de las tres elijo? Bueno, es el propósito, no tú, el que determina lo que harás con la idea.
Explicarás cuando el propósito es que la audiencia entienda cierta verdad, o que sepa cómo hacer algo, o también argumentar sobre la veracidad o la importancia de cierta idea; tiene que ver con aumentar la comprensión del oyente sobre el tema.
Ilustrarás cuando desees que la idea se grabe en la mente del oyente. Ilustrar tiene que ver con traer luz a la verdad que estás presentando. A veces una ilustración puede más que mil explicaciones. Una habitación puede ser muy hermosa, pero si no tiene luz jamás verás su belleza. Contar una ilustración es como abrir las cortinas para que la luz entre y puedas ver el hermoso aposento. Para ilustrar una idea se pueden dar ejemplos, anécdotas, metáforas, analogías, parábolas, etc. Tiene mucho que ver con narrar o contar historias. Entonces, si el sermón va principalmente a ilustrar la idea, probablemente será narrativo donde se cuente una historia, o biográfico donde el ejemplo de los personajes bíblicos nos graben la idea en la mente y en el corazón. Con una ilustración no entiendes la idea, la vives en los zapatos del personaje.
Por su parte, aplicarás cuando el autor aplique; esto es, cuando trate problemas de la vida que se relacionen con los de hoy. Si trata el problema de la tristeza, tú tratas con la tristeza. Como he dicho, el pasaje bíblico te mostrará cómo debes desarrollar. Si el autor explica, tú explicas; si ilustra tú ilustras; si aplica, tú aplicas. También puedes aplicar cuando la idea sea breve y profunda. A veces, el autor nos deja simplemente una idea magistral. Es tan asombrosa que no sabes qué hacer con ella. Es un buen momento para aplicar. Un ejemplo es 2 Corintios 5:21: “De modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”. Podrías explicarlo si lo deseas, pero esta idea poderosa demanda también que ademas de entenderla sepamos cómo aplicarla en nuestras vidas. Un posible desarrollo sería: 1) Eres hecho nueva criatura en tu conversión, 2)Estás siendo hecho nueva criatura en tu santificación y, 3) Serás hecho nueva criatura en tu glorificación. Todo eso no viene explícito en el pasaje, pero si está en la Biblia. El predicador Steven Lawson tiene un sermón asombroso sobre Romanos 11:36 donde desarrolla la idea de esta forma, te lo recomiendo.
Ahora bien, tu sermón seguirá uno de esos tres rumbos principalmente, dependiendo del propósito. Recuerda, si quieres que entiendan, explicas; si quieres que lo graben, ilustras; y si quieres que lo vivan, aplicas. Repito, debes elegir una de las tres principalmente. Sin embargo, usarás las cuatro alternativas (incluyendo repetir) en distintos momentos a lo largo de todo el desarrollo. Míralas como herramientas que te servirán para traer comprensión, claridad o relevancia a cada idea, según se necesite.
Ya que conoces los tres rumbos de desarrollo, vayamos al tercer paso para desarrollar una idea que alcance su propósito.
3) Convierte la idea en tema
Una idea en sí misma no puede desarrollarse, por lo menos no estando en forma de idea. Para que pueda desarrollarse, la idea debe convertirse en tema.
Si leíste el artículo anterior, recordarás que la idea se forma de un tema y un complemento, unidos por un verbo principal. Por ej. “Los cristiano aman la venida de Cristo”. Ahí, el tema es “Los cristianos”, el complemento es “aman la venida de Cristo”, siendo el verbo principal “aman”. Pero si queremos desarrollar esa idea debemos convertirla en tema, quedaría algo como: “El amor de los cristianos por la venida de Cristo”. ¿Notaste la diferencia? Primero hice una afirmación con una idea completa. Pero ahora se convirtió en un tema que necesita un complemento... un tema que necesita ser desarrollado. Otros ejemplos son…
- La vida puede cambiar en cuestión de segundos
- La posibilidad de que la vida cambie en cuestión de segundos
- La belleza de Cristo supera lo terrenal
- La superioridad de la belleza de Cristo sobre lo terrenal
- La sabiduría de Dios no puede incrementar
- La imposibilidad de que la sabiduría de Dios incremente
Si lo notaste, el verbo principal a menudo se convertirá en el énfasis del nuevo tema, tan solo hay que transformarlo en sustantivo (amar-amor, superar-superioridad, abrir-apertura, etc.). No siempre es igual de sencillo pues hay verbos que no suenan muy bien como sustantivos, no son conocidos por la audiencia y no los entenderán o, bien, no se pueden transformar. En cuyo caso hay que buscar la manera de representar el sentido de la idea en el nuevo tema. Bien usando un sinónimo o agregando palabras que den a entender el tema. Por ej.
- Las falsas doctrinas eluden el hablar de Cristo
- La evasión de las falsas doctrinas de hablar de Cristo (”evasión”, sinónimo de “elusión”)
- El rasgo de las falsas doctrinas de eludir el hablar de Cristo.
Notarás que puedes formular el nuevo tema de diferentes maneras. Mientras más claro y conciso mejor.
Pero hay un problema, aún ahora no se puede desarrollar ese nuevo tema, necesitas agregar el último paso para desarrollar una idea que alcance su propósito.
4) Convierte el tema en pregunta con un pronombre interrogativo
El tema puede expresarse en forma de afirmación o de pregunta. Si el tema se formula como pregunta, el complemento la responde. Si el tema se escribe como afirmación, el complemento completa la idea.
Por ej.
1. Celebrar la Navidad (tema) es recibir el regalo de Jesús (complemento)
2. ¿Qué es celebrar la Navidad? (tema en forma de pregunta) Es recibir el regalo de Jesús (complemento en forma de respuesta)
Establecer un tema en forma de pregunta primero, puede ayudarte a identificar un tema específico. Lo cual es importante ya que no puedes usar un tema general para tu mensaje. Si dices: voy a hablarles acerca de "El Perdón", la pregunta sería, ¿Vas a decir todo lo que está relacionado con el perdón? o ¿Expondrás todo lo que la Biblia dice sobre el perdón? Sería una meta imposible para un sermón, ¡o para una vida! Mejor inicia con preguntas específicas que luego puedes reformular como afirmación si lo deseas.
Para entender esto mejor, usaremos los ejemplos de temas del paso anterior para transformarlos en preguntas:
- La vida puede cambiar en cuestión de segundos (idea)
- La posibilidad de que la vida cambie en cuestión de segundos (tema)
- ¿Puede la vida cambiar en cuestión de segundos? (pregunta)
- La belleza de Cristo supera lo terrenal (idea)
- La superioridad de la belleza de Cristo sobre lo terrenal (tema)
- ¿Supera la belleza de Cristo lo terrenal? (pregunta)
- La sabiduría de Dios no puede incrementar (idea)
- La imposibilidad de que la sabiduría de Dios incremente (tema)
- ¿Puede la sabiduría de Dios incrementar? (pregunta)
Sin embargo, aún ahora el tema no puede desarrollarse. Falta esa pieza clave: agregar a la pregunta un pronombre interrogativo. Existen sólo siete: qué, quién, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué.
Si se hace la pregunta sin pronombre interrogativo, no se puede desarrollar la idea en puntos, pues la respuesta a dicha pregunta siempre es: sí o no. Por ej., si el tema es: “¿Puedo desarrollar la paciencia en mi vida?”. La respuesta inevitable es sí, o no; y ahí termina la conversación. No puedes desarrollar en puntos un tema así.
Para desarrollarlo en puntos basta con agregarle cualquier pronombre interrogativo. Por ej.:
- ¿Qué es poder desarrollar la paciencia en mi vida?
- ¿Quién puede desarrollar la paciencia en mi vida?
- ¿Cómo puedo desarrollar la paciencia en mi vida?
- ¿Cuándo en (o en qué momentos de) mi vida puedo desarrollar la paciencia?
- ¿Dónde puedo desarrollar la paciencia en mi vida?
- ¿Por qué sí puedo desarrollar la paciencia en mi vida?
- ¿Para qué puedo desarrollar la paciencia en mi vida?
¿Lo ves? Eso expande las posibilidades, pues cada una de esas preguntas es un tema diferente que se puede desarrollar. Las respuestas a cada pregunta serán los complementos que constituirán los puntos del sermón. Por ej.:
¿Cómo puedo desarrollar la paciencia en mi vida?
1)Soportando las tribulaciones
2)Esperando en Jehová
3)Pidiendo a Dios paciencia.
Repito, la pregunta es el tema a desarrollar y las respuestas o complementos serán los puntos en que se desarrolla el sermón.
Puedes ahora, si deseas, transformar esa pregunta en afirmación; algo como: “La manera de desarrollar la paciencia en mi vida". Esa sería la forma definitiva del tema si lo deseas presentar como afirmación.
En cuanto a qué pronombre interrogativo usar: eso te lo dirá el rumbo que tome la idea. Si el autor explica la razón de algo, puedes usar “por qué” o “para qué”; o si la forma de hacer algo, usarás “cómo”; si describe algo, puede servirte el “qué”. Hablaremos más sobre esto en un artículo posterior.
Conclusión
Para terminar, recapitulemos con un ejemplo: Lo primero es obtener una idea (sacada de la Biblia con mucho esfuerzo previo). Digamos... “Pablo puede predicar el evangelio con mucha seguridad” (idea extraída de 2 Corintios 4:3-6). El segundo paso es encontrar el rumbo de esa idea: aquí el autor les explica a los lectores “por qué siente esa seguridad”. Conociendo eso, lo siguiente es convertir la idea en tema: “La capacidad de Pablo de predicar el evangelio con mucha seguridad”. Para entonces, convertir el tema en pregunta con un pronombre interrogativo: “¿Por qué puede Pablo predicar el evangelio con mucha seguridad? Esa pregunta ya se puede desarrollar con las tres respuestas que da el pasaje: 1) Porque predica a Jesucristo como Señor, 2)Porque sirve como Cristo, y 3)Porque ha visto la gloria de Cristo. Finalmente, puedes pasar el tema a forma de afirmación: "La razón por la que Pablo puede predicar con mucha seguridad”. Cualquiera de los dos puede ser la forma final del tema.
Con el tiempo puedes saltarte algunos pasos. Si ya tienes una idea y conoces lo que el autor hace con ella para alcanzar su propósito, no tienes que convertirla primero en tema y luego pregunta, etc.. Simplemente puedes convertirla de forma de idea a su forma final de tema en un solo paso. Pero siempre te servirá entender el proceso lógico que tu mente lleva a cabo cada vez que quiere desarrollar una idea. Te lo aseguro, entender esto te servirá mucho. Así que no te quedes aquí; sigue profundizando sobre esta maravilla de la ingeniería Divina en la mente humana.
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